lunes, 16 de enero de 2012

EL VINO NUEVO QUE TRAE JESÚS HACE ESTALLAR EL ODRE VIEJO



Jesús no insiste en la práctica del ayuno. El ayuno es una costumbre muy antigua, practicada en casi todas las religiones. Jesús mismo la practicó durante cuarenta días (Mt 4,2). Pero él no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo. Los deja libres. Por eso, los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, que estaban obligados a ayunar, quieren saber porqué Jesús no insiste en el ayuno.
El novio, está con ellos, así que no precisan ayunar. Jesús responde con una comparación. Cuando el novio está con sus amigos, es decir, durante la fiesta de la boda, los amigos no precisan ayunar. Jesús se considera el novio. Los discípulos son amigos del novio. Durante el tiempo en que él, Jesús, estuvo con los discípulos, hay fiesta. Llegará el día en que el novio dejará de estar, y en ese momento, si ellos quieren, podrán ayunar. Jesús alude a su muerte. Sabe y siente que, si continúa por este camino de libertad, las autoridades religiosas van a querer matarlo.
Remiendo nuevo sobre una tela vieja, vino nuevo en odre nuevo. Estas dos afirmaciones de Jesús, que Marcos coloca aquí, aclaran la actitud crítica de Jesús ante las autoridades religiosas. No se pone un remiendo nuevo sobre una tela vieja, porque a la hora de lavar la tela, el remiendo nuevo encoge, tira de la tela vieja y la estropea más aún. Nadie pone vino nuevo en un odre viejo, porque la fermentación del vino nuevo hace estallar el odre viejo. ¡Vino nuevo en odre nuevo! La religión defendida por las autoridades religiosas era como una ropa vieja, como un odre viejo. No se debe querer combinar lo nuevo que trae Jesús con costumbres antiguas. No se puede querer reducir la novedad de Jesús a la medida del judaísmo. ¡O el uno, o el otro! El vino nuevo que Jesús trae hace estallar el odre viejo. Hay que saber separar las cosas. Jesús no está contra lo que es “viejo”. Lo que quiere evitar es que lo viejo se imponga a lo nuevo y, así, le impediría manifestarse. Sería lo mismo que reducir el mensaje del Concilio Vaticano II al catecismo anterior al Concilio, como algunos están queriendo hacer.
A partir de la experiencia profunda de Dios que lo animaba por dentro, Jesús tuvo mucha libertad en relación con las normas y prácticas religiosas. Y hoy ¿tenemos esa misma libertad o nos falta la libertad de los místicos?
Remiendo nuevo sobre tela vieja, vino nuevo en odre viejo. ¿Hay esto en mi vida?


Comentarios realizados por: José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional del MCC)

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