Los ocho mensajes más importantes del Papa en el VII Encuentro Mundial de las Familias
Benedicto XVI ha reivindicado a la familia como el principal patrimonio de la humanidad y ha llenado Milán de fieles deseosos de escuchar el mensaje del Santo Padre a favor de este bien común, sustento de la sociedad
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El Papa Benedicto XVI cerró este domingo, 3 de junio, uno de los eventos más multitudinarios y relevantes de cuantos ha presidido como vicario de Cristo. Millones de personas se acercaron a presenciar el mensaje del Santo Padre en el VII Encuentro Mundial de las Familias.
El encuentro se desarrolló bajo el lema “La familia: el trabajo y la fiesta”.
A continuación reproducimos los ocho mensajes más relevantes que el obispo de Roma lanzó a la sociedad a favor de la familia como bien común y sustento de la humanidad:
1.- La familia, principal patrimonio de la humanidad
“La familia ha de ser redescubierta como patrimonio principal de la humanidad, coeficiente y signo de una verdadera y estable cultura a favor del hombre”. Así lo afirmó Benedicto XVI durante el encuentro. Además, tras su llegada a Milán recordó con afecto “a las personas solas o en dificultad, los parados, los enfermos, los presos, a cuantos no tienen una casa o carecen de lo necesario para vivir una vida digna”; y pidió “que no falte a ninguno de estos hermanos y hermanas nuestros el interés solidario y constante de la colectividad”.
Seguidamente, el Pontífice subrayó “el profundo sentido eclesial y el sincero afecto de comunión con el Sucesor de Pedro que forman parte de la riqueza y de la identidad de la Iglesia milanesa a lo largo de todo su camino, y que se manifiestan de modo luminoso en las figuras de los grandes pastores que la han guiado”. Entre ellos, destacó a los santos Ambrosio y Carlos Borromeo; los beatos Andrea Carlo Ferrari y Alfredo Ildefonso Schuster; los dos arzobispos de Milán que se convirtieron en los Papas Pío XI y Pablo VI.
2.- Llamados a transformar el sufrimiento en amor
En el Teatro de La Scala , donde tuvo lugar un concierto en honor del Papa, este afirmó que “la elección de la novena sinfonía [que sonó en el auditorio] nos permite lanzar mediante la música un mensaje que afirme el valor fundamental de la solidaridad, de la fraternidad y de la paz. Me parece que este mensaje es también precioso para la familia, porque es en la familia donde se experimenta por primera vez que la persona humana no ha sido creada para vivir encerrada en sí misma, sino en relación con los demás; es en la familia donde se comprende que uno no se realiza a sí mismo colocándose en el centro, guiado por el egoísmo, sino dándose. Es en la familia donde comienza a encenderse en el corazón la luz de la paz, para que ilumine nuestro mundo”.
Por otra parte, el Pontífice señaló que la alegría del concierto se ha visto empañada por el terremoto “que ha llevado grandes sufrimientos a tantos habitantes de Italia. En este momento, las palabras del 'Himno a la alegría' de Schiller nos suenan como vacías, es más, no parecen verdaderas. (…) En esta hora (…) no tenemos necesidad de un discurso irreal sobre un Dios lejano y una hermandad sin compromiso. Buscamos al Dios cercano. Buscamos una fraternidad que, en medio de los sufrimientos, sostiene al otro y le ayuda a salir adelante. Después de este concierto, muchos irán a la adoración eucarística, al Dios que ha entrado en nuestros sufrimientos y que sigue haciéndolo; al Dios que sufre con nosotros y por nosotros y así ha hecho a los hombres y a las mujeres capaces de compartir el sufrimiento de los demás y transformarlo en amor. Precisamente a eso nos sentimos llamados en este concierto”, concluyó.
3.- “Mirad al futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios”
El Santo Padre presidió en el Duomo de Milán, la celebración de la liturgia de la Hora Tercia , en la que participaron sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas de la archidiócesis. Después de la recitación de los Salmos, Benedicto XVI pronunció una meditación en la que afirmó:
“En este momento, vivimos el misterio de la Iglesia en su expresión más alta, la de la oración litúrgica. En la oración eclesial, nuestros labios, nuestros corazones y nuestras mentes se hacen intérpretes de las necesidades y de los anhelos de toda la humanidad. (…) La oración cotidiana de la Liturgia de las Horas constituye una tarea esencial del ministerio ordenado enla Iglesia. También a través del oficio divino, que prolonga en la jornada el misterio central de la Eucaristía , los presbíteros están unidos de modo especial al Señor Jesús”.
“Queridos hermanos y hermanas consagrados (...), mirad al futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios y la potencia de su gracia, capaz de operar siempre nuevas maravillas. (…) En este momento deseo dar gracias a Dios por la cantidad de sacerdotes ambrosianos, religiosos y religiosas que han gastado sus energías al servicio del Evangelio, llegando alguna vez incluso al sacrificio de la vida”. Entre ellos, el Santo Padre citó los Beatos sacerdotes Luigi Talamoni, Luigi Biraghi, Luigi Monza, Carlo Gnocchi y Serafino Morazzone; los Beatps religiosos Giovanni Mazzucconi, Luigi Monti y Clemente Vismara; y las religiosas Maria Anna Sala y Enrichetta Alfieri.
4.- A los jóvenes: tended a ideales altos, sed santos
Finalizada la celebración de la Hora Tercia en el Duomo, Benedicto XVI se ha trasladó al estadio Guiseppe Meazza (San Siro) para mantener un encuentro con los jóvenes que han recibido recientemente o van a recibir el sacramento de la Confirmación.
Benedicto XVI afirmó: “Ayudados por el itinerario (de formación), habéis aprendido a reconocer las cosas estupendas el Espíritu Santo ha hecho y hace en vuestra vida y en la de todos los que dicen 'sí' al Evangelio de Jesucristo. Habéis descubierto el gran valor del Bautismo, el primero de los sacramentos, la puerta de entrada de la vida cristiana. Lo habéis recibido gracias a vuestros padres (…) que se han comprometido a educaros en la fe”. (…)
“Ahora habéis crecido y podéis decir vosotros mismos vuestro 'sí' a Dios, un 'sí' libre y consciente. El sacramento de la Confirmación confirma el Bautismo y efunde sobre vosotros con abundancia el Espíritu Santo. (…) Tenéis ahora la posibilidad de acoger sus grandes dones que os ayudan, en el camino de la vida, a convertiros en testigos fieles y valerosos de Jesús. Los dones del Espíritu son realidades estupendas que os permiten formaros como cristianos, vivir el Evangelio y ser miembros activos de la comunidad”.
“Os digo con fuerza: ¡Tended a ideales altos, (...) sed santos! ¿Es posible ser santos a vuestra edad? Ciertamente. (…) Lo demuestra el testimonio de tantos santos coetáneos vuestros, como Domenico Savio o María Goretti. La santidad es la vía normal del cristiano: no está reservada a pocos elegidos, sino abierta a todos. Naturalmente, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo.(...) Y con la guía de nuestra Madre, (…) la Madre de Jesús, María. (…) Que la Virgen María custodie siempre la belleza de vuestro 'sí' a Jesús, su Hijo, el grande y fiel amigo de nuestra vida”.
5.- El estado ha de reconocer la identidad propia de la familia fundada sobre el matrimonio
El sábado por la tarde en el arzobispado de Milán, el Santo Padre mantuvo un encuentro con representantes de diversas autoridades institucionales, civiles y militares, de empresarios y trabajadores, del mundo de la cultura y de la sociedad lombarda.
Benedicto XVI centró su discurso en los principios del buen gobierno legados por San Ambrosio, gobernador en el s. IV de las provincias de Liguria y Aemilia con sede en la ciudad imperial de Milán. Principios que son “aún preciosos” para los dirigentes actuales. La primera cualidad de quien gobierna ha de ser la justicia, “virtud pública por excelencia porque se refiere al bien de toda la comunidad”. Ha de estar acompañada por el amor a la libertad, que distingue a los gobernantes buenos de los malos: “La libertad (…) es un derecho precioso que el poder civil debe garantizar. Pero libertad no significa arbitrio del individuo, sino que implica más bien la responsabilidad de cada uno. Se encuentra aquí uno de los principales elementos de la laicidad del Estado: asegurar la libertad para que todos puedan proponer su visión de la vida común, dentro del respeto a los demás y en el contexto de leyes que miran al bien de todos”.
Para garantizar el bien común, las leyes del Estado “deben encontrar justificación y fuerza en la ley natural, fundamento de un orden adecuado a la dignidad de la persona humana”, ya que de una concepción meramente positivista no se pueden derivar indicaciones de carácter ético. El Estado ha de servir y tutelar a la persona en todos sus aspectos, “comenzando por el derecho a la vida; nunca se puede consentir su supresión deliberada”. Asimismo, está llamado a “reconocer la identidad propia de la familia, fundada sobre el matrimonio y abierta a la vida, así como el derecho primario de los padres a la libre educación y formación de los hijos. (…) No se hace justicia a la familia si el Estado no sostiene la libertad de educación por el bien común de toda la sociedad”.
6.- Los divorciados no están fuera de la Iglesia
Casi medio millón de personas participaron en la Fiesta de los Testimonios del VII Encuentro Mundial de las Familias. El Santo Padre respondió a preguntas formuladas por varias familias. La crisis económica, la situación de los divorciados en la Iglesia y la indisolubilidad del matrimonio fueron algunos de los temas afrontados. Benedicto XVI recordó también su infancia en familia.
Una pareja de novios de Madagascar que cursa estudios universitarios en Italia manifestó su temor ante el “para siempre” que implica el matrimonio. El Papa señaló que el enamoramiento, como sentimiento que es, no permanece para siempre. “El sentimiento del amor ha de ser purificado, debe recorrer un camino de discernimiento, esto es, deben entrar en juego también la razón y la voluntad. (…) En el rito del matrimonio, la Iglesia no pregunta: '¿Estás enamorado'?, sino: '¿Quieres, estás decidido?'. El enamoramiento ha de transformarse en verdadero amor por medio de la voluntad y la razón, a lo largo de un camino, el noviazgo, (…) de forma que realmente toda la persona, con todas sus capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad, diga: 'Sí, esta es mi vida'”. También son importantes la comunión de vida con los demás, con los amigos, la Iglesia , la fe, con Dios mismo.
Una familia brasileña planteó el problema de las parejas de divorciados que se han vuelto a casar y que, a pesar de que lo desean, no pueden acercarse a los sacramentos. Benedicto XVI afirmó que “este problema es uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia de hoy. Y no tenemos recetas simples. (…) Es muy importante la prevención, esto es, profundizar desde el inicio del enamoramiento en una decisión profunda, madura. Además, (…) es fundamental que las familias no estén nunca solas, sino realmente acompañadas en su camino. Y respecto a estas personas, debemos decir que la Iglesia las ama; deben ver y sentir este amor”. Las parroquias y otras comunidades católicas “deben hacer realmente lo posible para que se sientan amadas, aceptadas, que no están 'fuera' a pesar de que no pueden recibir la absolución ni la Eucaristía. Deben ver que incluso así viven plenamente en la Iglesia. (…) Se participa en la Eucaristía si realmente se entra en comunión con el Cuerpo de Cristo. También sin la recepción del sacramento podemos estar espiritualmente unidos a Cristo. (…) Es importante que encuentren la posibilidad de vivir una vida de fe (…) y puedan ver que su sufrimiento es un don para la Iglesia porque sirven así a todos para defender la estabilidad del amor y del matrimonio; (…) es un sufrir en la comunidad de la Iglesia por los grandes valores de nuestra fe”.
Una familia griega preguntó al Papa qué pueden hacer las familias a las que la crisis económica ha dejado sin perspectivas para no perder la esperanza. “Las palabras no bastan -ha respondido Benedicto XVI-. Deberíamos hacer algo concreto, y todos sufrimos porque no somos capaces de hacerlo. Hablemos primero de la política; creo que debería crecer el sentido de la responsabilidad de todos los partidos: que no prometan cosas que no pueden cumplir, que no busquen solamente los votos, sino que sean responsables por el bien de todos, y que se comprenda que la política es también responsabilidad humana, moral, ante Dios y ante los hombres”. Además, cada uno debe hacer lo que está en su mano, “con gran sentido de responsabilidad y sabiendo que para salir adelante son necesarios sacrificios”. El Papa también ha propuesto que las familias que pueden ayuden a otra familia, y que las parroquias y las ciudades hagan lo mismo, apoyándose unas a otras de manera concreta. Sin olvidarse de rezar siempre.
7.- El amor es la única fuerza que puede transformar el mundo
Benedicto XVI presidió la Santa Misa de clausura del VII Encuentro Mundial de las Familias. Frente a cerca de un millón de peregrinos y fieles milaneses el Papa afirmó: “La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad , que celebramos hoy, (...) nos impulsa al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. (...) La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. (...) Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de Dios. Queridos esposos, viviendo el matrimonio os dais (...) la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia. Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto a las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación. Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en las debilidades”.
“Vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo. Ante vosotros está el testimonio de tantas familias que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia. Vividlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en Evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica”.
8.- Filadelfia 2015, próximo encuentro mundial de las familias
El Santo Padre anunció antes del rezo del Ángelus al término de la Santa Misa que el próximo Encuentro Mundial de las Familias se celebrará en Filadelfia (Estados Unidos) en el 2015. “Envío mis más cordiales saludos al arzobispo Charles Chaput -ha dicho el Papa-, y a los católicos de esa gran ciudad; estoy deseando encontrarme allí con ellos y con numerosas familias de todo el mundo”.
“Queridas familias milanesas, italianas y de todo el mundo -concluyó el Papa-, os saludo con afecto y os agradezco vuestra participación. Os animo a ser siempre solidarias con las familias que viven mayores dificultades: pienso en la crisis económica y social, pienso en el reciente terremoto en Emilia. La Virgen María os acompañe siempre y os sostenga”.
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