Jesús no nos llama a los mejores según el mundo, sino al que Él quiere, y nos llama por nuestro nombre. No es una llamada general y abierta a todos, sino personal, y la llamada es para una misión concreta, y nos da la autoridad y la fuerza para realizar la misión que se nos encomienda. En el grupo de los llamados cada uno responde desde su voluntad libre. Se puede responder bien o mal cada uno como quiera.
En el grupo de los doce no sé si habrían pasado la prueba según el mundo, pero fueron los elegidos y desde su libertad cada uno respondió. Miles de hombres y mujeres han escuchado la voz del Señor pronunciando su nombre para una misión concreta, y unos lo han hecho bien otros quizás no.
Tu y yo, ¿hemos escuchado nuestro nombre?, ¿a que misión nos envía el Señor? Quizás no somos los mejores, pero como hemos dicho tantas veces: “Él no llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados. ¿Cómo le vas a responder hoy?
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