Hoy quizás no llegue el evangelio en los lugares más complicados, porque de alguna forma en la mentalidad de muchos evangelizadores todavía está la conciencia farisaica de no juntarse con los pecadores, con aquellos a los que, por sus múltiples pecados, son considerados indignos de Dios.
Jesús nos dice que precisamente éstos son el sujeto principal de la evangelización. Claro que no es tarea fácil, exige de parte del evangelizador una conciencia pura y una espiritualidad centrada en Dios, para ser luz en las tinieblas. De lo contrario, las tinieblas pueden incluso, apagar su luz. Por otro lado, Jesús, nos invita a recibir con gran amor y misericordia a aquellos que, a pesar de sus limitaciones en la conversión, están buscando llevar una mejor relación con Dios.
Recordemos que la conversión es un proceso y un camino; hay algunos hermanos que van más adelante y otros más atrás. Recuerda que si tú eres de los que van adelante, no eres mejor que el que va atrás, y que con la misericordia que midas, con esa misma serás medido. Abre tu corazón a los pobres, a los pecadores, de la misma manera que a los que están buscando amar más a Dios, pero que se debaten aún en el pecado. No hagamos como el fariseo que entre justicia y perdón opta por la justicia.
Recordemos hermanos que la gran noticia de Jesús que hemos de anunciar sin cansarnos es “tus pecados están perdonados” aprendamos de Jesús que ha venido a buscar a los cansados, enfermos y pecadores –Entre ellos estoy yo- acerquémonos a todos para acercarlos todos a Él.
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