RESPONSABLES DEL MAL Y DEL BIEN
La conversión que Dios nos pide tiene un doble aspecto. La conversión a Dios es también conversión al prójimo. Dios quiso hacer al hombre libre y responsable de sus actos. Es verdad que el hombre está limitado por influencias ajenas, que pueden disminuir su culpabilidad moral; pero también es cierto que "el que peca, ése morirá; el hijo no cargará con la culpa del padre ni el padre con la culpa del hijo" (Ez 18,20). El hombre normal es responsable de sus actos y de sus palabras; puede rechazar a Dios y odiar u ofender a su hermano. Ante Dios tendremos que responder de nuestras acciones y omisiones: "Si uno está peleado con su hermano, será procesado" (Mt 5,22). Dios nos ayuda para convertirnos a Él y a los hermanos.
Si de nuestros actos injustos, somos responsables; en cambio, de nuestros actos buenos somos responsables con la ayuda de una gracia colaboradora que viene de Dios. No podríamos hacer el bien sin la ayuda gratuita de Dios: "Sin mí nada podéis hacer" (Jn 15,5). Cuando vamos a reconciliarnos con el hermano que tiene quejas de nosotros (Mt 5,23-24), la gracia de Dios que nos reconcilia, está actuando en nosotros. Es Dios quien reconstruye la unidad, el amor y el perdón entre nosotros. ¡Gracias, Señor, por cooperar con nosotros en nuestros actos buenos!
Señor Jesús: concédenos realizar obras buenas Contigo y con tu ayuda ayúdanos a responsabilizarnos de hacer el bien Contigo. Sin Ti, nada bueno podemos. Contigo podemos hacer milagros y las obras que el Padre hace y que Tú haces con Él.
"Mi poder omnipotente quiere actuar en vosotros. Os pido vuestra aceptación libre y generosa. La actividad de mi gracia es como un nuevo encarnacionismo de mi santidad y de mi poder en vosotros. Yo me gozo cuando realizo mi santidad en vosotros y vosotros actuáis, trabajáis y oráis unidos a Mí".
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY
CICLO B Pág. 70 y 71 (Ceferino Santos S.J.)
CICLO B Pág. 70 y 71 (Ceferino Santos S.J.)
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