"La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que Él nos ha llevado es el don más bello que el cristiano puede y debe ofrecer a los hermanos.
A todos y cada uno, por tanto, no nos cansemos de repetir:¡Cristo ha resucitado!
Repitamos las palabras, pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida.
La feliz noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en la forma en la que tratamos a los otros".
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