domingo, 5 de abril de 2015

MEDITACIONES P.CEFERINO SANTOS: DOMINGO DE RESURRECCIÓN


NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO
 
Caminamos con una velada tristeza hacia el sepulcro de nuestros seres queridos. En cambio hacia el sepulcro glorioso de Cristo peregrinamos con gozo y ante él oramos con fe y alegría. Ante la tumba vacía de Cristo, la Iglesia proclama que la resurrección del Señor Jesús es "nuestra alegría y nuestro gozo" (Sl 118,24). Hay gozos y alegrías terrenales, que se acaban pronto. La alegría de Cristo resucitado es un gozo que dura para siempre. Él ya no vuelve a padecer más; la bienaventuranza de la divinidad lo inunda para siempre. En Él la muerte ha Sido vencida de modo definitivo y no volverá a morir: "Estuve muerto; pero ahora estoy vivo por los siglos" (Ap 1,18).
 
La resurrección es, en primer lugar, una alegría para Cristo y para su santa humanidad, que "es introducida en la gloria de Dios, con las propiedades de un cuerpo glorioso, que trasciende el espacio y el tiempo (CatIC # 645). La resurrección de Cristo es también motivo de alegría para los discípulos de Jesús y para María, su Madre bendita, pues, después de comprobar que el sepulcro de Cristo estaba vacío (Jn 20,5), vieron y creyeron que Jesús había resucitado de entre los muertos (Jn 20,9). "Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver... a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección" (Hch 10,40-41), proclama San Pedro. Este gozo nadie se lo puede quitar a María y a los discípulos.
 
La resurrección es una alegría para todos los hombres, pues Cristo, nombrado Juez de vivos y muertos, da el perdón de los pecados a los que creen en Él (Hch 10,43) por su santo nombre de Salvador resucitado. Nadie le puede quitar a Cristo el gozo de perdonar, ni a nosotros la dicha de ser perdonados. Y este gozo del perdón de Cristo resucitado dura para siempre en los que viven con Él.
La resurrección de Cristo desborda también en el gozo de una vida nueva y de una creación nueva. El cuerpo del Resucitado es la primicia de una humanidad resucitada y gozosa. Luego vino la resurrección gloriosa del cuerpo de María, ascendida al cielo e introducida en el gozo de Dios. Luego, todos los creyentes comenzamos a participar, desde nuestro bautismo, en la vida del Resucitado: "Ya habéis resucitado con Cristo", nos dice San Pablo; "buscad los bienes de arriba" (Col 3,4). Él, después de nuestra muerte, nos introduce plenamente en los gozos y bienes de arriba a los que hayamos creído en Él, glorioso y resucitado. Más tarde, "cuando aparezca Cristo, Vida nuestra, entonces también nosotros apareceremos, juntamente con Él, en gloria" (Col 3,4). Esta realidad es nuestra alegría y nuestro gozo.
 
Graba, Señor, tu imagen gloriosa, como en tu Sábana Santa, en nuestras almas. Vivifícanos con tu vida de Resucitado.
 
"Gozaos vosotros con mi victoria sobre la muerte y sobre el mal del pecado. Conmigo vosotros también seréis vencedores. En mi sepulcro renaceréis a la vida eterna de los resucitados. Mi gozo ya no tiene fin. Os lo doy en herencia".
 
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 112 y 113 (Ceferino Santos S.J.)
 
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