CRISTO, NUESTRA PASCUA
El Pesaj, la Pascua, era la gran fiesta de los judíos. En el primer mes del año judío, el Nisán, durante el plenilunio de primavera, el 14 de este mes, celebraban los judíos el banquete pascual (Ex 12,6) con panes ácimos, sin levadura vieja de pecado y con la inmolación y comida del cordero pascual de un año. Hoy, los judíos, que no tienen ya Templo en Jerusalén, celebran la pascua en sus hogares con panes ácimos, pero sin el cordero, que es sustituido por un pescado, muy comúnmente. El 13 del Nisán purificaban la casa y los utensilios de cocina con las abluciones de agua. Así, recordaban los judíos la Pascua o el Paso del Señor (Ex 12,11), cuando por la sangre del cordero inmolado los liberó de la esclavitud de Egipto y de la muerte de sus primogénitos (Ex 12,13).
La Pascua cristiana repite y llena de nuevo sentido a la Pascua judía. También nosotros nos lavamos para celebrar la Pascua y dejamos que Cristo nos lave y nos purifique, no sólo los pies, sino sobre todo el alma de los pecados graves, al menos una vez al año (CIC 989), por estas fechas pascuales. (¡Bien poco es lavar el alma una vez al año!): Es el amor servicial de Cristo el que nos purifica y nos lava, porque, Si no le dejamos que nos lave, no tendremos parte con Él ni le perteneceremos (Jn 13,8).
También nosotros somos liberados de la esclavitud en virtud de la sangre de Cristo y no, perecemos como los primogénitos de Egipto a manos del ángel exterminador. "Esta es la copa de la nueva Alianza, sellada con mi Sangre" (1 Co 11,25), nos anuncia Cristo. El amor liberador de Cristo se nos da como bebida y como comida. Hoy, en vez del cordero pascual judío, es el mismo Cristo el que nos da todo su ser y el pan de su cuerpo: "Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros" (1 Co 11,24). He aquí, el amor de Cristo, que nos alimenta con su Cuerpo para la vida eterna. He aquí, Cristo, nuestra Pascua, que perdura para siempre y sustituye la pascua judía.
Jesús mismo ha querido hacerse presente hasta el fin de los tiempos, cuando manda a sus apóstoles y a sus sucesores: "Haced esto, -la Eucaristía-, en mi memoria". (1 Co 11,24b). Cristo, que ha instituido la Eucaristía, acaba de fundar su sacerdocio entre los hombres para siempre. Damos gracias a Dios por todos los siglos de amor, de Eucaristía y sacerdocio cristiano en todos los países y en todas las parroquias. Más allá de la pequeñez y la miseria de sus ministros hasta nosotros ha llegado continuamente el amor sacerdotal de Jesús. ¿Qué hubiera sido de nuestro mundo pecador sin la luz y el fuego de miles de Eucaristías ofrecidas sobre la tierra? ¡Bendito seas por siempre, Cristo, nuestra Pascua!
''Yo, me entrego y me inmolo por vosotros en cada Eucaristía. Dadme gracias y ofrecedme vuestras vidas y vuestro amor. Entregaos a mi servicio como Yo me entrego por vosotros".
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 108 y 109 (Ceferino Santos S.J.)
CICLO B Pág. 108 y 109 (Ceferino Santos S.J.)
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