LAS BENDICIONES DE DIOS
Las bendiciones espirituales que Dios nos ofrece desde el cielo (Ef 1,3) son maravillosas e innumerables. Se trata de bendiciones que nos comunica el Padre por su Hijo amado. Como Cristo es Palabra y Sabiduría de Dios, el Padre por su Hijo nos da bendiciones en el orden de conocer espiritual, como son el espíritu de sabiduría y de revelación (Ef 1,17) para que podamos conocerlo mejor a Él y a sus planes sobre nosotros. Dios nos da también la bendición o el don interior, que "ilumina los ojos de nuestro corazón" (Ef 1,18) para que podamos comprender la riqueza de su gloria y la herencia a la que nos llama (Ef 1,18b).
Dios, antes de bendecirnos en el orden del conocer sus misterios, nos bendice en el orden del ser o existir sobrenatural, pues "nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo" (Ef 1,5). Cristo quiso nacer de mujer para que nosotros, a su imagen, recibiésemos la naturaleza de hijos adoptivos de Dios. Nos basta con recibir por la fe a Cristo, Palabra de Dios y de vida, para llegar a ser hijos de Dios y nacidos, no de la carne y de la sangre, sino de Dios (Jn 1,12-13).
Junto a la bendición del nuevo ser sobrenatural de la filiación divina adoptiva, recibimos las bendiciones y gracias del poder actuar con una conducta santa, pues "Dios nos eligió, antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor" (Ef 1,4) en todo nuestro proceder. Para que en el orden del actuar seamos santos, Dios nos enriquece en el orden del poseer con numerosos dones espirituales y "de su plenitud todos recibimos gracia tras gracia" (Jn 1,16) hasta que podamos tener y poseer para siempre "la riqueza de su gloria y la herencia de los santos" (Ef 1,18b).
En el tiempo intermedio, de Jesús y del Padre nos llegan la fe, la esperanza, el amor, el gozo, la paz y la fortaleza de Dios, y tantos dones y carismas. Dios Padre nos da todas sus bendiciones con Jesús. Él es Luz y sabiduría en nuestro entender, Vida en nuestra existencia filial de hijos de Dios, santidad en nuestro actuar, herencia divina para nuestro poseer.
''Yo me he volcado con vosotros, hijos míos queridos, y os he dado con mi Hijo todos mis dones espirituales y celestiales".
¡Gracias, Padre, por todas las bendiciones que nos das en tu Hijo Jesús! ¡Gracias por las riquezas de tu sabiduría y de tu gloria que nos ofreces para tu eternidad y nuestro tiempo!
Págs. 17 y 18 "El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo B
P. Ceferino Santos
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