Nuestro Consiliario del MCC de Alcalá, D. Javier Ortega, comenta el Evangelio de hoy:
Mc 3, 1-6:
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Reflexión:
Sigue la controversia sobre el sábado. Jesús lanza una pregunta decisiva: ¿qué esta´ permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvar a uno o dejarle morir? Es una pregunta que va directa a lo esencial y que desarma a los fariseos. Quedan callados, no pueden responder y ahí queda de manifiesto la dureza de corazón y la mezquindad de sus planteamientos.
Lo primero es la persona, no la ley. La persona en el centro. Y en relación a ella, ante todo, la caridad.
Y el problema de la dureza de corazón es que va a más. Tras el milagro, en vez de reconocer el bien que tenían delante, se enrocan más todavía y deciden acabar con Jesús. Es el misterio de la iniquidad, de la cerrazón.
Por eso tenemos que custodiar el corazón y no dejar que se endurezca. Buscar lo bueno, defender siempre la vida y la persona concreta. Lo pedimos así al Espíritu Santo.
D. Javier Ortega Martín, Consiliario de Alcalá
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