Evangelio de hoy, 22 de enero:
Mc 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Reflexión:
La llamada de los doce nace de la oración; subir a la montaña es ponerse en contacto con el Padre.
Y es una llamada llena de gratuidad; eligió a los que quiso. Él es quien toma la iniciativa. El número de doce indica el deseo de Jesús de fundar la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios. Y los llamó sobre todo a estar con él. La misión nace de la amistad y convivencia con él. Lo primero es ser y no hacer. Estar y convivir con el Maestro.
Cada uno de nosotros puede hacer suyo este evangelio. Al oir la lista de los nombres de los doce podemos añadir el nuestro y, como los doce, sentirnos invitados a la amistad con Él. No somos nosotros quien le elegimos sino Él a nosotros. Y nos ha llamado ante todo a estar con Él, a ser sus compañeros. De ahí nace el envió y la misión.
Ese estar con él es una llamada a la contemplación. Nos recordaba el papa Francisco: “La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez” (EG).
D. Javier Ortega Martín, Consiliario de Alcalá
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