3er. DOMINGO DE ADVIENTO
COMO EN DÍA DE BODAS
San Juan de la Cruz, llama a Jesús en su Cántico "esposo de las fieles almas" (Cantico, 40.7). Los días de boda suelen ser días de alegría y regocijo para los contrayentes y sus familiares, La Iglesia y la Sagrada Escritura nos invitan a vivir el gozo de las Bodas de Hijo de Dios con nuestra humanidad, antes rechazada y estéril desde el pecado de nuestros primeros padres. No había para nosotros motivo de consuelo y de esperanza. Pero ya resuena el mensaje de Dios: "El Señor está cerca" (Flp 4,5). "Ya llega el Esposo; salid a recibirlo" (Mt 25,6).
La cercanía del Señor a nuestra humanidad es causa de gran alegría en medio de las penas de este mundo. Viene el Hijo de Dios y se desposa con nuestra humanidad, toma carne humana y se hace hombre. Ahora, el Señor no sólo está cerca, sino que se cumple la profecía de Sofonías: "El Señor ... está en medio de ti" (So 3,17). No está indiferente o desinteresado, está como el novio que "se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de bodas" (So 3,17-18).
Antes, Cristo, el Novio y el Esposo de su Iglesia, ha estado entre nosotros fiel, preparándonos para el encuentro nupcial, lavándonos con el agua pura del perdón de los pecados, quemando con el fuego de su Espíritu y con las pruebas la paja y el polvo de nuestras Imperfecciones: "Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego ... , reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga" (Lc 3,16c-17).
La presencia del Espíritu Santo en nuestras almas nos prepara para la justificación en el encuentro con Cristo, el Novio de la Iglesia revestida de su gracia. Pero el encuentro con Cristo Esposo se da de un modo especial en la Eucaristía donde el cuerpo, el alma y la divinidad de Cristo se introducen y se convierten en nuestro ser, de modo que ya no seamos dos, sino uno solo en Cristo Jesús. Así, la
Eucaristía es un anuncio de las Bodas celestes y definitivas de Jesús en el cielo con la humanidad redimida y salvada por Cristo.
Sólo Cristo puede hacer de Esposo y Salvador de la humanidad. Nadie puede sustituirlo en su oficio de desposar a nuestra humanidad. Nadie puede quitarle sus derechos de esposo, desatándole la correa de sus sandalias (Lc 3,16b), como hizo Boaz para casarse con Rut, la moabita, quitándole los derechos matrimoniales y la sandalia a su contrincante al desposorio (Rt 4,7-8). Juan Bautista no es el salvador de nuestra humanidad, no es el Mesías y, por tanto, no puede retener ni desatar las sandalias de Cristo, el único Mesías y esposo de la humanidad descarriada y perdida.
¡Gracias, Cristo, por tu amor, que se abaja hasta nosotros para elevarnos a la dignidad inmerecida de familia tuya y de participantes en el banquete de tus eternas bodas!
"Esperad sin miedo mis venidas de amor. No temáis cuando venga a invitaros a mi banquete de bodas. Vuestras pruebas y vuestros sufrimientos tendrán final feliz. Esperad con gozo mi banquete eterno. Yo estoy cerca".
Págs. 391 y 392 "El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo B
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