Anoche, muchos de nosotros pudimos asistir a la preciosa Vigilia de San Valentín en la catedral donde, a los pies de la Virgen del Val, Madre del Amor Hermoso, y por intercesión de San Valentín pedimos por todos nosotros para poder vivir el Amor en nuestras vidas.
Presidida por nuestro obispo, don Juan Antonio Reig Pla, estábamos invitados todos los que deseábamos la bendición de Dios para aprender a amar o crecer en el amor: los novios, los prometidos, los matrimonios, pero también los solteros, viudos o consagrados, desposados con Cristo, así como los matrimonios con dificultades, separados o divorciados, que quisieran pedir a Dios la sanación de sus matrimonios y familias.
Durante la celebración que contó con unos interesantísimos testimonios, oramos a demás por toda vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, por todas las madres gestantes.
Nuestro obispo incidió en que estábamos celebrando el triunfo del amor, la certeza de que el amor vence siempre. El amor que no es un mero sentimiento: se trata del amor que integra todos los dinamismos de la persona (sentimientos, instintos, afectos, voluntad, inteligencia...) y se deja guiar y ayudar por la gracia de Dios. Un amor que es enriquecido por el don del Espíritu Santo, el mismo Amor de Dios derramado en nuestros corazones. La Buena Noticia es que la fe y el Bautismo nos dan la capacidad de amar con el amor de Jesucristo.
Nos decía D. Juan Antonio que la vigilia de San Valentín era una ocasión espléndida para recuperar la victoria del amor. Y S. Valentín, obispo que en el siglo III, acompañaba y casaba a los jóvenes en tiempo de persecución, nos invitaba a poner nuestra confianza en Dios, ya que con su gracia ¡todo es posible! Con Dios el amor vence.
Los testimonios precisamente abundaban en esta verdad.
Nuestro obispo incidió en que estábamos celebrando el triunfo del amor, la certeza de que el amor vence siempre. El amor que no es un mero sentimiento: se trata del amor que integra todos los dinamismos de la persona (sentimientos, instintos, afectos, voluntad, inteligencia...) y se deja guiar y ayudar por la gracia de Dios. Un amor que es enriquecido por el don del Espíritu Santo, el mismo Amor de Dios derramado en nuestros corazones. La Buena Noticia es que la fe y el Bautismo nos dan la capacidad de amar con el amor de Jesucristo.
Nos decía D. Juan Antonio que la vigilia de San Valentín era una ocasión espléndida para recuperar la victoria del amor. Y S. Valentín, obispo que en el siglo III, acompañaba y casaba a los jóvenes en tiempo de persecución, nos invitaba a poner nuestra confianza en Dios, ya que con su gracia ¡todo es posible! Con Dios el amor vence.
Los testimonios precisamente abundaban en esta verdad.
Rosario, testimonios, enseñanza de Monseñor, Adoración y... para concluir, nos fuimos postrando a los pies de nuestra Madre, la Virgen del Val, que nos cubría con su manto amoroso y protector y con la bendición de nuestro Obispo,
La liturgia se embelleció con la música. El coro contaba con variedad de instrumentos (teclado, violín, tuba, flauta travesera, guitarras española y acústica) y preciosas voces masculinas y femeninas que contribuyeron con los cantos y la música a crear un ambiente más solemne y bello. De esta realidad también pudimos participar algunos de nosotros que pusimos nuestro granito de arena.
Fue una celebración hermosísima en la que disfrutamos muchísimo.
Pasamos luego a tomar un chocolate caliente y a seguir compartiendo ecos de lo vivido y celebrado.
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