Domingo 2ª Semana de Cuaresma
EL FUTURO DEL DIOS VIVO
Las manifestaciones de Dios en la
historia, o sus teofanías, ungen al tiempo que huye fugaz con el aroma delo
eterno e iluminan la noche oscura de la temporalidad humana y huidiza con el
esplendor perdurable de lo divino. La luz de las realidades divinas hace nacer
en nosotros la esperanza.
Dios en sus
manifestaciones se nos muestra como Señor del tiempo: suyo es el pasado, suyo el presente y el futuro y suya
la eternidad. Dios creó el tiempo cuando creó al mundo. Antes sólo preexistía
lo eterno; pero desde la creación Dios se muestra como Señor del tiempo.
Cuando el Hijo
de Dios toma carne, el que pertenecía a la metahistoria, se hace temporal de
alguna manera y Señor de la historia. Al terminar el tiempo, Cristo será el
Señor de la posthistoria, a la que Él nos invita. Dentro del tiempo, Dios es
Señor del presente en el que se le muestra a Abrahán (Gn 15,5), del pasado,
cuando le llamó y le sacó de la tierra de Ur de los Caldeos (Gn 15,7), y es el
Dios de su futuro: Como las estrellas del cielo, así será tu descendencia (Gn
15,5). Abrahán creyó en el futuro de Dios y en sus promesas.
San Pablo cree
en el futuro y en la eternidad de Dios y nos llama ya "ciudadanos de
cielo" (Flp 3,20), que esperamos la ciudad futura, donde estaremos
trasfigurados finalmente con un cuerpo de gloria, parecido al de Jesús en su
trasfiguración.
No todo se
acaba aquí, como dicen los incrédulos, "cuyo paradero es la
perdición" (Flp 3,19). Hay un futuro mejor que nadie nos quitará. Es el
futuro glorioso de Cristo, primero trasfigurado y muerto, luego, resucitado y
glorioso. En el más allá, Le veremos cara a cara en su gloria. Desde nuestro
presente, vivimos con los ojos fijos en Él y la esperanza puesta en ese
maravilloso futuro de Dios, como hombres abiertos a la esperanza inmarcesible.
"Señor
Jesús: ilumina nuestras horas fugaces con el resplandor de tu divinidad.
Arranca nuestro corazón del apego a las cosas terrenales y caducas y haz que
vivamos como ciudadanos del cielo, buscando las cosas eternas de arriba y no
las de la tierra. Queremos reinar contigo, oh Cristo, el primero y el último,
el Alía y la Omega, el principio y el fin (Ap 22,13), Señor del tiempo y de la
eternidad".
Meditaciones
del P. Ceferino Santos, SJ.
“El
Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
No hay comentarios:
Publicar un comentario