Martes 1ª Semana de Cuaresma
LA ORACIÓN DEL SILENCIO
Cuando oramos o meditamos, a
veces, guardamos silencio para que la Palabra de Dios nos vaya penetrando, como
la lluvia y la nieve del cielo, que empapan la tierra (Is 55,10).
Jesús reprende
en su evangelio la "palabrería" de los que oran: "Cuando recéis,
no uséis muchas palabras como los paganos" (Mt 6,7). La oración verdadera
ha de brotar en el silencio y en la escucha para volver nuevamente a la escucha
y al silencio interior. Se puede pronunciar una palabra aislada:
"Padre", para gustarla en silencio. Después decimos
"nuestro" y volvemos a la reflexión callada; y luego decimos
"del cielo" mientras en silencio levantamos el corazón a lo alto (Mt
6,9). Y así podemos rezar todo el "Padre nuestro" con paradas
silenciosas y meditativas. (San Ignacio de Loyola llamaba en sus Ejercicios a
este modo de orar "oración por compás" o "por anhélitos"
[Ejerc. 258], dejando intermedios silenciosos).
Se pueden recitar oraciones con los labios, como
mecánicamente sin rezar con el corazón. Podemos, en cambio rezar con el corazón
sin mover los labios. Podemos levantar los ojos hacia el trono glorioso de Dios
en el cielo en el silencio de la adoración y, al comunicarnos calladamente con
Dios, oramos en profundidad: "Es bueno esperar en silencio la salvación de
Dios" (Lm 3,26). Podemos contemplar en silencio amoroso los latidos
amantes del Corazón de Cristo por los hombres y, al comunicarnos así con el
Corazón de Dios, estamos orando verdaderamente.
Cuando crecen
la fe, la esperanza y el amor de Dios en nuestros corazones mientras
oramos, muchas veces, sobran las palabras: Yo le miro y El me mira; yo Le amo y
Él me ama; yo me entrego y Él se entrega; yo me uno a Él y Él me une a Sí para
que los dos seamos una sola cosa en el amor. ¡Bendita oración silenciosa y
contemplativa, misteriosamente transformativa y santificadora! "Señor,
enséñanos a orar".
Meditaciones
del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan
de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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