LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Cuando Cristo tomó carne humana y entró en el mundo, dijo: ... me has preparado un cuerpo" (Hb 10,5); "aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hb 10,7). Con este "sí" de Cristo a la voluntad de su Padre, éste recibe la gloria que le es debida en Jesús. Desde ahora, el Padre glorificará al Hijo (Jn 13,32). Desde ahora, la promesa de "Dios-con-nosotros", del Enmanuel, es ya una realidad gozosa.
Dios es glorificado de modo especial con el "sí" perseverante de María a su Señor y su Dios. Desde el lejano: "Aquí está la esclava del Señor: hágase en mí según su palabra" (Lc 1,38) y desde el día de la Encarnación del Hijo de Dios como hombre, hasta este momento en que medito, María es la respuesta generosa de obediencia y servicio fiel y continuado a Dios. La nueva Eva y el nuevo Adán viven la fidelidad total a la santa voluntad del Padre celestial.
Santa Madre de Dios: lucha con nosotros para hacernos maduros en la fe, prontos en la respuesta generosa y personal al querer de Dios. Haznos imitadores de tu compromiso con Jesús, que toma carne humana por nosotros y no rehuye el sufrimiento de su pasión y su muerte redentora para devolver la gloria detraída a Dios.
"Yo, vuestra Madre, intercedo por vosotros para que aprendáis a dar vuestro sí a Jesús y al Padre con corazón generoso. Orad y ayunad por mis hijos alejados, para que se dejen conducir por mí al abrazo perdonador de mi Hijo Jesús. Pedidme que Cristo se encarne también en vosotros. Yo os ayudaré con el Espíritu Santo, que me cubrió con su sombra".
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 107 (Ceferino Santos S.J.)
CICLO B Pág. 107 (Ceferino Santos S.J.)
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