DIOS ES GLORIFICADO
No hay vida cristiana madura sin un "sí" personal y decidido, dicho desde la fe y el amor a Cristo y a su Padre. Dios es glorificado en el Hijo (Jn 13,11) de modo pleno. Jesús, el Hijo unigénito del Padre, es un "sí" total al querer del Padre y, por eso, Dios es en Jesús honrado y santificado en plenitud.
Cuando Cristo "estaba en el seno de Dios" (Is 49,1) era la Palabra completa del Padre, el "sí" íntegro y la imagen perfecta del Padre. Cuando Adán desobedece a Dios, el Hijo se ofrece para encarnarse en obediencia total a su Padre: "El Señor me llamó en las entrañas maternas y pronunció mi nombre" (Is 49,1). 'Tú eres mi siervo de quien estoy orgulloso" (Is 49,3). Desde hoy existe ya un hombre que obedece en todo a su Padre Dios y le glorifica sin límites: "Desde el vientre me formó siervo suyo" (Is 49,5). Y este hombre es Jesús: el hombre-Dios que glorifica plenamente a su Padre.
La desobediencia de Adán, la traición de Judas (Jn 13,26), los pecados de los hombres empañaban la gloria de Dios. El sí continuado de Cristo, desde su entrada en el mundo hasta el momento de su muerte en que "todo está cumplido" (Jn 19,30), devuelve a Dios la gloria que los hombres le habíamos robado.
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 106 y 107 (Ceferino Santos S.J.)
CICLO B Pág. 106 y 107 (Ceferino Santos S.J.)
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