POR HONOR DE TU NOMBRE
El nombre de Dios es santo y digno de todo honor y de toda gloria. Pedimos y deseamos que el nombre de Dios sea santificado en la conducta digna de los hombres. Nuestros actos, pecaminosos e indignos de hijos de Dios, deshonran su santo nombre. Atraemos las bendiciones del Señor cuando glorificamos su nombre siempre bendito.
El joven Azarías, en el horno del fuego, oraba a Dios para que "por honor de su nombre, no apartase de nosotros su misericordia" (Dn 3,34). En efecto, el nombre de Dios es misericordioso, y al mostrarse Él compasivo con su pueblo, que se arrepiente y que se humilla por sus faltas, Dios es de nuevo glorificado. "Trátanos, Señor, según tu clemencia y tu abundante misericordia" (Dn 3,42), pues así Tú, que eres un Dios misericordioso, harás que tu nombre de Clemente sea glorificado.
Tú eres también un Dios Perdonador. Por eso, cuando nos absuelves e indultas de nuestros pecados, tu nombre de perdonador es exaltado de nuevo. Los hombres no tenemos con qué pagar nuestras deudas Contigo. Es Cristo, quien paga por nosotros y por nuestros pecados con su sangre purísima y su inmolación amorosa. Con la Pasión de Cristo, "Dios da gloria a su nombre" (Dn 3,43), ofendido por los hombres.
Cuando nosotros perdonamos al hermano que nos ha ofendido (Mt 18,21), honramos también al nombre de Dios Perdonador. Por el honor de su santo nombre, tenemos que perdonar continuamente "hasta setenta veces siete" (Mt 18,22), es decir, en plenitud y a lo Dios. Cuando no perdonamos, el nombre de Dios es deshonrado en sus criaturas inteligentes. "La ternura y la misericordia de Dios son eternas" (Sl 24/25,6). Si en nosotros falta la ternura y la compasión de Dios y no perdonamos, no damos el honor debido al ser y al nombre de Dios, que es el Misericordioso.
Padre: que tu nombre sea santificado y honrado con nuestra conducta compasiva y perdonadora. Que venga a nosotros tu Reino de piedad, de misericordia y de perdón. No Te canses de perdonarnos siempre, por el honor de tu santo nombre y para que nosotros aprendamos a perdonar continuamente a tus hijos, nuestros hermanos. Que tu nombre glorioso sea honrado y manifestado en nuestras obras buenas.
"Hijos míos: Yo os he perdonado. Perdonad también vosotros los pecados del mundo y compadeceos de los que yerran y se equivocan. Dejadme que os cambie vuestro corazón endurecido por un corazón humilde y abierto como el de mi Hijo Jesús".
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY CICLO B
Pág. 84 (Ceferino Santos S.J.)
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