jueves, 26 de marzo de 2015

MEDITACIONES CUARESMALES P.CEFERINO SANTOS: JUEVES 5º


MÁS QUE NUESTRO PADRE ABRAHÁN
 
Abrahán fue grande a los ojos de Dios, que le hizo "padre de una muchedumbre de pueblos" (Gn 17,4). De él van a descender biológicamente judíos y árabes. San Pablo añade que Abrahán es "padre de todos nosotros" (Rm 4,16), porque descendemos de la fe de Abrahán y hemos heredado sus promesas.
Pero donde hemos renacido verdaderamente como hijos de Dios por la sangre y por el agua, ha sido al pie de la Cruz de Jesús, que quiere comunicarnos vida eterna y que "el que observe y cumpla su palabra, no sepa lo que es morir para siempre" (Jn 8,51). Es Cristo y no Abrahán, quien nos da la existencia divina y perdurable. Abrahán mismo ha recibido la vida y la imagen del Hijo de Dios en él para poder configurarse en Cristo.
Aquello que los judíos del tiempo de Cristo no querían admitir era la purísima verdad: Jesús "es más que nuestro padre Abrahán que murió" (Jn 8,53) y que comenzó a vivir en un momento concreto del tiempo y de la historia. Cristo, en cambio, ha sido engendrado desde toda la eternidad en el seno del Padre. Él es el preexistente con el Padre. Como Jesús afirmaba: "antes de que naciera Abrahán, existía Yo" (Jn 8,58).
Cristo es mayor que Abrahán porque da vida eterna y filiación divina a todos los que creen en Él. Abrahán no ha salvado a nadie; Cristo salva a todos. Abrahán dejó a sus herederos un pedazo de tierra, que sus descendientes se disputan hasta hoy porque es pequeña para tantos. Jesús nos ganó una herencia eterna a los hijos de Dios, que jamás se agotará y será suficiente para todos. Abrahán nace en tierra de gentiles. Cristo es engendrado desde siempre en el seno de Dios. Los judíos tienen a Abrahán como padre. ''Vuestro padre Abrahán" (Jn 8,56), les dice Cristo, que, en cambio, no usa la expresión "nuestro padre Abrahán", porque Él no tiene otro padre más que el que está el cielo y sólo tiene como Padre a Dios.
¡Oh, Cristo! El Padre te glorifica (Jn 8,54). Nosotros, unidos a tu Padre celeste, también Te queremos glorificar, adorar y reverenciar porque eres más que nuestro padre Abrahán. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. ¡Bendito Tú por los siglos!
"Vosotros, pequeñuelos míos, sois una brizna de luz y de existencia, nacida en el tiempo y que se apaga pronto en este mundo; pero tenéis un destino inmortal. Pasa pronto la figura de este mundo, pero Yo, vuestra herencia eterna, no paso ni me acabo. Quiero que seáis mis amigos y mi pueblo para siempre. Buscad los bienes de arriba, que no mueren".
 
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 101 (Ceferino Santos S.J.)
 
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