CUANDO SU CORAZÓN SE ENTREGUE A MÍ
Cuando el corazón del hombre se entrega a Dios, Él se vuelve al hombre para guiarlo y revelarle sus secretos (Si/Eclo 4,19-20). Es esencial para una vida espiritual fuerte entregar nuestro corazón y nuestra interioridad a Dios, pero no basta. A Jesús hay que entregar1e todo como a Señor absoluto y Rey nuestro, pues él se nos da a Sí mismo y se ofrenda por nosotros con su amor, su sabiduría y sus dones.
Una actividad consagrada y sometida al Señor pasa a ser una actividad que Él se apropia como suya: "Uno que hace milagros en mi nombre, no puede luego hablar mal de Mí" (Mc 9,38), dijo Jesús.
A Dios le entregamos también nuestro futuro con todas sus bendiciones y sus problemas: "Señor, hazme caso y oye cómo me acusan" (Jr 18,19), oraba Jeremías. Y sometemos a Dios el futuro de los otros, amigos o enemigos: "Recuerda que estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo" (Jr 18,20).
A Dios le ofrendamos nuestra alma y nuestro cuerpo, imitando al Señor Jesús que aceptó ser entregado a los sumos sacerdotes y letrados para ser condenado a muerte (Mt 20,18). A Dios se le ha de ofrendar el ministerio, la misión y el puesto de servicio, que Él quiera asignamos en su Iglesia y en el mundo, sin ambiciones humanas y sin exigencias o reclamaciones de honor y de poder: "El puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre" (Mt 20,23).
A Dios le entregamos nuestro servicio diario a la Iglesia y a los hermanos. Dios nos ha elegido para que seamos servidores con el Hijo, que "no vino para que le sirvieran, sino para dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20,29).
Señor Jesús, queremos ser servidores tuyos en cada momento. Queremos darte nuestro corazón y nuestra vida entera, como Tú nos diste la tuya por nosotros. Queremos vivir en acción de gracias por el don de Ti mismo por nosotros.
"Vuestra ofrenda es agradable a los ojos de mi Padre. Vosotros queréis ser míos y Yo soy vuestro. El Padre graba mi imagen viviente en vosotros y os hace hijos queridos. Interceded por los hombres que rehúsan someterse a Mí y se hacen esclavos de Satanás y de su pecado y ponen en riesgo su destino eterno dichoso. Haced penitencia por ellos para que nunca sean hijos reprobados y réprobos".
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY CICLO B Pág. 77 y 78 (Ceferino Santos S.J.)
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