domingo, 29 de marzo de 2015

MEDITACIONES CUARESMALES P.CEFERINO SANTOS: DOMINGO DE RAMOS


BENDITO EL REINO QUE LLEGA
 
Hay horas importantes en la historia. Para muchos es fecha clave la celebración del Jubileo del año 2000. Recordamos los veinte siglos de nacimiento de Cristo. En Semana Santa conmemoramos la muerte redentora de Cristo. Cristo se convierte en un eje central de la cronología y de la historia.
Jesús, al comenzar su predicación en Galilea, proclamaba: "Se ha cumplido el tiempo de las oportunidades, el kairós o el plazo de Dios; ya llega el Reinado de Dios" (Mc 1,15). Se trataba de un momento importante en la historia de la salvación. Hoy, al entrar Jesús en Jerusalén para su Pasión, es aclamado por el gentío: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor como rey! "¡Bendito el Reino que llega de nuestro padre David!" (Mc 11,10).
Cuando Cristo se enfrenta con su pasión, en su combate contra el pecado, contra Satanás y contra la muerte, "ofrece su espalda a los que le golpeaban" (Is 50,6) y se somete "a una muerte de cruz" (Flp 2,8) para ser levantado sobre todo (Flp 2,9) como resucitado y como rey vencedor, de modo que "toda lengua proclame que Jesús, el Cristo, es el único Señor para gloria de Dios Padre" (Flp 2,11). Desde el trono de la cruz Cristo comenzó su Reinado de amor.
Al entrar en la Pasión, Cristo es ungido en Betania como Rey con un frasco de perfume de nardo, derramado sobre su cabeza (Mc 14,3) y, a la vez, es consagrado como Sacerdote, Profeta y víctima. Él es un rey, que entrega su cuerpo y su sangre como precio de salvación por sus consagrados y súbditos y como señal de conquista: 'Tomad, esto es mi Cuerpo" (Mc 14,22). "Esta es mi sangre derramada por todos" (Mc 14,24) tanto en la Pasión como en la Eucaristía. Gracias a la Eucaristía comenzamos ya a participar del vino nuevo del Reino de Dios (Mc 14,25) y somos incorporados al Reino de la paz y del amor.
Cristo es constituido Señor de todo por el Padre, aunque Pedro y nosotros le neguemos tres veces (Mc 14,71-72) o treinta y tres. Es el Hijo de Dios bendito (Mc 14,61), que está sentado como Supremo Señor a la derecha del Todopoderoso (Mc 14,62), aunque los sumos sacerdotes y nosotros con ellos rechacemos su supremo Señorío.
Cristo desde la Cruz empieza a reinar para siempre y su Reino no tiene fin. Nosotros queremos aceptar hoy su dominio y su reinado que durará por los siglos. Con reverencia repetimos lo que los soldados romanos pronunciaban por burla: "¡Salve: Te saludamos, Rey de los judíos!" (Mc 15,18). Y sobre su cruz ponemos un nuevo letrero: Jesús, "rey de los judíos" (Mc 15,26) y "Rey de la humanidad redimida de todos los tiempos".
No Te pedimos, Jesús, con los judíos que, si eres rey de Israel, bajes de la Cruz (Mc 15,32). Te pedimos más bien que perseveres en tu trono del suplicio redentor hasta que todos los pueblos y naciones se sometan a tu poder y señorío salvífico. Destruye desde la cruz el reino de Satanás y del pecado para que la influencia santa de tu reinado llegue a todos nosotros y a todo lo nuestro. ¡Bendito tu Reino que llega! (Mc 11,10). ¡Bendita tu persona divina de Hijo verdadero de Dios (Mc 15,39) y Señor de señores!
"Aceptad la humildad de mi Reino. Mi cabalgadura real es un asno; mi trono una cruz; mi cátedra de maestro un pequeño sagrario. Yo reino en la pequeñez y el escondimiento de los corazones. Yo soy el que ensalzo a los humildes. Admitid mis caminos de cruz y humildad que se tornan en sendas de gloria. Soy vuestro Rey y Señor".
 
EL PAN DE LA PALABRA DANÓSLE HOY.
CICLO B Pág. 104 y 105 (Ceferino Santos S.J.)
 
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