LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
NO OS DEJO SOLOS
La Ascensión del Señor Jesús a los cielos supone, según la narración de los Hechos de los Apóstoles y desde sus expresiones, en primer lugar, una separación visible de Cristo y de los suyos, y, además, una subida por parte de Jesús. Así se nos dice de Cristo: "el día en que fue arrebatado a lo alto" (Hch 1,2); "fue arrebatado a la vista de ellos" (Hch 1,9); y añade: "ese Jesús, que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo" (Hch 1,11). El verbo "arrebatar" habla de una separación del Cristo visible, y las expresiones 'a lo alto', 'al cielo' aluden a una ascensión misteriosa desde la tierra.
La separación de Cristo en su ascensión es sólo separación visible, pues, primeramente, les deja a los discípulos su bendición: "Mientras se alejaba, los bendecía" (Lc 24,51). Además, Cristo desde el cielo los va a revestir del poder de lo alto (Lc 24,49). Continúa, pues, Jesús la comunicación con los suyos, a través de su Espíritu. Por tanto, Cristo cuando subió a lo alto de los cielos, no nos dejó solos y huérfanos. Nos dejó a su Ayudador divino; nos dejó la fuerza viva de su Palabra y también su presencia sacramental en la participación eucarística de su Cuerpo y de su sangre, para alimentarnos en el camino de la vida con su presencia de Señor resucitado.
Nos gozamos, pues, con la gloria inconmensurable de Cristo resucitado y con "la esperanza a la que somos llamados" (Ef 1,18). Nos gozamos con el poder que elevó a Cristo a la gloria del Padre y porque "ese poder habita en nosotros" (Ef 1,19). Nos regocijamos de que Cristo esté colocado "por encima de todo principado, .. y de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro" (Ef 1,21). Y sabemos que Cristo, tras someternos a su Señorío, nos irá elevando a lo alto con él para reinar con él. ¡Gracias, Cristo glorificado, por tu triunfo y por nuestro triunfo, ya comenzado en Ti!
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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