LA CONEXIÓN EN CRISTO
Cristo es el principio de unidad y el gran
unificador de una vida espiritual armónica. En Jesús se unen la naturaleza
divina y la naturaleza humana en la unidad de la única persona del Verbo de
Dios. Cristo nos une con el Padre y con el Espíritu Santo, que vienen a hacer
morada en nosotros (Jn 14,23) cuando guardamos su Palabra, que es Cristo. "¿No
sabéis -nos dice San Pablo- que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios
habita en vosotros?" (1 Co 3,16).
Cristo, Cabeza de la Iglesia, nos unifica en Él
con los otros miembros de su Cuerpo místico. Él y el Espíritu Santo son el
principio de unidad espiritual entre los creyentes. Fe, acción, revelación y
caridad quedan unificadas e integradas en Jesucristo. Una frase del evangelio
nos habla de esta integración en Cristo de la vida espiritual bien enfocada: "El
que sabe mis mandamientos y los guarda, me ama, ya éste lo amará mi Padre, lo
amaré yo y me manifestaré a él" (Jn 14,21).
El que sabe los mandatos y los dogmas de Dios y
está de acuerdo con la doctrina revelada, decimos que está en la ortodoxia y en
la recta profesión de la fe. Así, de un teólogo acertado podemos decir que tiene
'ortodoxia' en sus doctrinas. Pero no basta tener la fe y la doctrina recta. El
creyente ha de tener obras rectas y cumplimiento y observancia de los mandatos
de Dios en el amor a Él y al prójimo. Hemos de tener ortopraxis, esto es,
conducta recta y acertada para cumplir lo que Dios quiere y cuando Él lo quiere.
San Pablo pone en pie en Listra a un paralítico (Hch 14,10) en el momento en que
lo quiere Dios. 'Ortodoxia' y 'ortopraxis' quedan unificadas en Cristo, que nos
da la fe y la conducta santa.
Hay otras dos palabras, derivadas del griego y
menos usadas en el castellano culto, que se refieren a la conexión en Cristo de
todos los elementos sustanciales de la vida del Espíritu. Cristo dice que el que
cree en Él y tiene fe recta y además tiene conducta recta y guarda sus
mandatos, ése "lo ama" (Jn 14,21). Tiene, por tanto, amor recto, u ortoágape,
amor verdadero y no egoísta, que está unido al amor de Cristo y sublimado en él.
A éste Cristo "le ama y se le manifiesta" (Jn 14,21c); se le revela y lleva al
creyente al conocimiento recto y profundo de la divinidad, esto es, a la
ortognosis o conocimiento de la revelación sin errores ni desviaciones.
De este modo, al que cree rectamente y vive y
cumple con rectitud los mandatos de su fe y ama a Dios con obras buenas, Dios se
le revela y le ayuda para que haga las obras de Dios con amor. Al mundo Cristo
no se le puede manifestar (Jn 14,22), porque no cree ni ama rectamente ni guarda
los mandatos de Dios y las cuatro actitudes fundamentales que nos unen a Dios se
destruyen en el hombre.
Haznos Señor, vivir la unidad de la fe, del amor,
de la conducta santa y del conocimiento revelado sin separarnos nunca de Ti.
Amén.
"Yo os envío mi Espíritu para que haga la unidad
dentro de vosotros y con los hermanos. Satanás y el espíritu del mundo tratan de
dividir a mis hijos y causan conflictos y enfrentamientos. Por eso, no crecéis
en el Espíritu y os distraéis de lo esencial. Mi Espíritu os dará el
conocimiento de lo que conduce a la unidad en la fe, en el amor y en la conducta
santa de mis elegidos y justificados".
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