CONOCER AL QUE ME ENVIÓ
En la Biblia "conocer" supone llegar a una intimidad profunda
y total con el conocido. "Conocer" al que envió a Jesús (Jn 15,21)
supone honda intimidad con el Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Él es Padre
del Verbo de Dios desde siempre... y lo es nuestro dentro del tiempo y en el
más allá.
Muchos se quedan fuera del conocimiento del Padre, porque odian al mismo
Cristo, el enviado, y a los que creen en Él (Jn 15,18). Los que conocen al
Padre, conocen también sus deseos y los cumplen. Así, Pablo y Timoteo se ven
guiados por el Espíritu del Padre, que los desvía de Bitinia y de Misia y los
dirige a Macedonia (Hch 16, 8-9). Ambos conocen al Padre y a sus planes y los
cumplen sin resistencias.
El avance en el conocimiento del Padre es don de la gratuidad de Dios,
que se autorrevela y se comunica a sus hijos. El conocimiento del Padre no
llegará a su cumbre hasta que no alcancemos la Patria definitiva. La muerte del
justo es el paso gozoso al conocer pleno y a la intimidad total con el
Padre en el Hijo por el Espíritu Santo. Por eso, los santos anhelaban el estar
para Siempre con Dios, para conocerlo tal cual es.
Ahora Padre, Te conocemos en fe; en el mañana eterno Te conoceremos en
perpetua, amante y gozosa visión de plenitud. ¡Gracias por el destino maravillo
a que nos llamas! Y gracias por el Espíritu que nos guía y nos introduce en tu
sublime intimidad.
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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