PROCLAMAD EL EVANGELIO
Para proclamar la Buena Noticia de Jesús, Dios multiplica los evangelizadores. El primero y principal es el mismo Jesús, que habla del cielo porque bajó del cielo y habla de lo que conoce (Jn 3,11-13). Luego, al lado de los apóstoles como Pedro y Pablo, surgen otros evangelizadores como Marcos, hijo de San Pedro en la fe (1 P 5,13).
El centro del mensaje es siempre la buena noticia de Jesús, que vino "para que todo el que crea en él, tenga vida eterna" (Jn 3,15). Al servicio del Evangelio todo se subordina: las personas, el tiempo, las posesiones: "ponían el dinero a disposición de los apóstoles" (Hch 4,35), como lo hizo Bernabé (Hch 4,37), otro de los primeros evangelizadores.
Cuando la vida del Espíritu crece, el creyente no puede callarse y se convierte en evangelizador por don de Dios. La Buena Noticia de Jesús ha de proclamarse por todos los medios; de palabra y por escritos, con la vida y el testimonio; con los medios de comunicación social... a tiempo y a destiempo: "Proclamad la buena noticia a toda la creación" (Mc 16,16).
Juan Pablo II ha sido un gran evangelizador, que anuncia a Cristo sin cesar, en encíclicas y discursos, en viajes apostólicos, de escrito y de palabra, por radio, por televisión, por Internet y en vídeos. Es la actividad evangelizadora la que difunde la Palabra de Dios.
Los testimonios de vida son señales poderosas para evangelizar; la profecía es carisma eficaz, la palabra de conocimiento toca los corazones, las sanaciones fortalecen la fe. Los grupos católicos y neopentecostales, que aceptan los carismas y se abren a ellos, son los que crecen más rápidamente en número en las Iglesias de hoy.
Danos, Señor Jesús, muchos evangelizadores con fe firme y con carismas, que apresuren la hora de tu Reino y de tu triunfo en todos los corazones.
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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