No
todos aceptan el modo de pensar de Cristo ni todos valoran y
disciernen las cosas de Dios y del mundo según el pensamiento de
Jesús. San Pablo, en cambio, se atreve a decir: "Nosotros
tenemos el pensamiento de Dios" (1 Co 2,16). Conocer el
pensamiento de Dios, discernir las personas, las cosas y los hechos
conforme al pensamiento divino ¡qué gran don del Espíritu es!
"El
Espíritu es el que da la vida" (Jn 6,63); el Espíritu es el
que ofrece el juicio verdadero: "La carne no sirve para nada"
(Jn 6,63b). Jesús afirma: "Nadie puede venir a Mí, si el Padre
no le concede este don" (Jn 6,65). Y nadie puede discernir bien
sin don especial de Dios.
Pedro
recibe este don, cuando dice, guiado por el Espíritu: "Señor,
¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn
6,68). El Padre le ha regalado hoy a Pedro el don de discernir y
juzgar acertadamente. En la lectura de los Hechos de los Apóstoles,
sigue teniendo el Espíritu de Dios, cuando sabe que Jesucristo
quiere dar la salud a Eneas, que lleva ocho años paralítico en su
camilla (Hch 9,33-34). Y, en Jafa, Pedro conoció que Cristo quería
resucitar a Tabita, protectora de los pobres, cuando le dijo:
"Levántate" (Hch 9,40). Con el discernimiento que viene
del Espíritu se movían todos aquellos que se convertían y
"creyeron en el Señor" (Hch 9,42).
Danos
tu discernimiento y tu mente, Señor Jesús. Éste sí que es don
maravilloso tuyo y de tu Padre.
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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