EL QUE CREE EN MÍ, CREE EN EL QUE ME
ENVIÓ
La maravillosa misión de Cristo entre los hombres
incluía guiados hacia una fe salvadora, por la que creyéramos en Él y en el
Padre que lo había enviado (Jn 12,44). Los discípulos y apóstoles de Jesús
heredan la misión, recibida del Espíritu Santo (Hch 13,4), de propagar la
palabra de Cristo y la fe en Él (Hch 12,24). Desde modo, los enviados por el
Espíritu viven en comunión con Cristo, con su Palabra y con el Padre.
Jesús: Tú has vivido como nadie tu comunión con
el Padre y tu intimidad divina con Él en perfecta unidad. Pero resulta que si yo
tengo intimidad contigo, también la tengo con el Padre. Y cuando Tú me das tu
palabra y me hablas, también me habla tu Padre (Jn 12,50). Y cuando creo en Ti,
creo en el que te ha enviado (Jn 12,44), en tu Padre todopoderoso.
¡Gracias, Señor Jesús, por introducirnos en tu
comunidad trinitaria, en tu vida y en tu poder trinitario! Por tanto, nunca
deberíamos de extrañarnos de que tu actuación en nosotros sea también actuación
maravillosa de tu Padre ni de que sucedan en tu pueblo señales y prodigios, que
indican que nosotros estamos en Ti y Tú en el Padre y tu Padre en nosotros,
haciendo Contigo maravillas entre los hombres.
¡Gracias, Padre, por tus planes de intimidad y de
acción trinitaria en tus hijos, los hombres! ¡Gracias por tu actuación
trinitaria en tus enviados y en medio de tu pueblo!
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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