domingo, 20 de marzo de 2016

MEDITACIÓN P.CEFERINO SANTOS. DOMINGO DE RAMOS


 
DIMENSIONES DEL REINO DE JESÚS
 
 
La entrada triunfal de Cristo en Jerusalén tiene aires de aclamación real a Cristo: "¡Bendito el que viene como rey en el nombre del Señor!" (Lc 19,38). Pero las cualidades y dimensiones de su Reinado van a resumirse en las lecturas de la Misa sobre todo, en el evangelio de la Pasión según San Lucas.
 
 
 
1. El Reino de Jesús está comenzando con su Pasión. Jesús ya no volverá a comer la Pascua con sus apóstoles hasta que se cumpla en el Reino de Dios (Lc 22,16), ni volverá a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios (Lc 22,18), que ya está cerca. Cristo, en la última Cena, les trasmite el Reino a sus discípulos, como se lo trasmitió el Padre a Él (Lc 22,29) y les promete que comerán y beberán a su mesa en su Reino (Lc 22,30). Aunque el reino de Cristo esté iniciado en este mundo, no se concluye si no es más allá de la muerte: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino" (Lc 23,42), le dice el buen ladrón a Cristo. Y éste le contesta: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43).
 
2. El precio que hay que entregar para adquirir el reino de Jesús está ligado al sufrimiento de Cristo: "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?" (Mc 10,38). Cristo pagó el precio del Reino por nosotros y bebió el cáliz de la pasión, que el Padre no quiso ahorrarle (Lc 22,42). La acusación que lleva a Cristo a la muerte y que Él no desdice es que "anda diciendo que él es el Mesías Rey" (Lc 23,2). "Dios va a reinar desde el madero" nos dice la liturgia. Cristo, al ser elevado en alto atrae a todos hacia sí y reina desde la cruz. Y porque se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz, Dios le exaltó sobre todo (Flp 2,8-9) como Señor y como Rey. El precio a pagar por el reino de Dios reside en la sangre de Cristo, que nos adquirió con ella y nos abrió las puertas de su Reino.
 
3. La llave de entrada en el Reino de Dios es la cruz de Cristo. La cruz y la muerte de Cristo nos garantizan el Reino. Nosotros solos no lo podemos ganar. Pero la cruz de Cristo lleva clavado un letrero: "Éste es el Rey de los judíos" (Lc 1,38). Sabemos, pues, que la cruz de Jesús está relacionada con la entrada en su Reino. Gracias a la cruz de Cristo podemos hacemos partícipes de su Reino de amor. Besamos tu Cruz gloriosa con la que santificas nuestras cruces y con la que redimiste al mundo.
 
4. El primer Trono de nuestro Rey fue la Cruz. Nos lo dice la liturgia: "Regnavit a Ligno Deus"; comenzó a reinar Jesús desde el leño de la Cruz, el primer trono de su realeza. Desde ese trono Cristo comienza a ganar los primeros súbditos de su Reino: a María, su Madre, que está al pie de la cruz, al Buen Ladrón, que se convierte; al centurión que al lado de la cruz "da gloria a Dios" (Lc 23,47); a José de Arimatea, "que aguardaba el Reino de Dios" (Lc 23, 51)... Aquí, en el trono de la cruz comienza el Reino de los redimidos con la sangre preciosa de Cristo: "Reinó Dios desde un leño".
 
 Trono bendito de Cristo, Cruz santificada con su sangre: en ti nos apoyamos para recibir la redención, la santificación, la fuerza en nuestra debilidad, antes de que entremos en el Reino definitivo de tu descanso.
 
 
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy”  Ciclo C

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