INOCENTE Y TRAICIONADO
Jesús pasa al fin de su vida por traiciones, procesos judiciales, violencias e injurias, condenación y muerte. ¿Por qué así? Nadie le pudo probar que fuese culpable (Is 50,9); nadie pudo argüirle con algún fundamento de pecado (Jn 8,46). Él era el Santo de Dios. Y, sin embargo, Cristo quiso cargar con nuestros pecados, hacerlos suyos y ser acusado y condenado por ellos: "Ofreció la mejilla a los que le golpeaban, la mejilla a los que le mesaban su barba. No ocultó el rostro a insultos y salivazos" (Is 50,6).
En la Pasión el inocente paga por los culpables; Cristo es traicionado por Judas, su discípulo (Mt 26,5) y el traicionado da su vida por los que le traicionan. Cristo va a su pasión para reconciliarnos con su Padre. Y en el Hijo, traicionado y entregado a la muerte por nosotros, el Padre se compadece de los culpables y les perdona.
"Señor Jesús: ayúdanos a vivir en agradecimiento por tu entrega por nosotros. No permitas que te vendamos por treinta monedas (Mt 26,15) ni por todo el oro del mundo. Tú deseas celebrar esta pascua en nuestra casa con nosotros (Mt 26,18). Ven, que te recibimos arrepentidos de nuestras traiciones con amor en nuestro corazón".
Ceferino Santos.
"El Pan de la Palabra... dánosle hoy
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