DISCERNIR A
JESÚS
No podemos conocer y
discernir bien las cosas de Dios sin la ayuda del Espíritu de Dios, el único que las puede penetrar. Necesitamos su luz, su interpretación, su enseñanza para
entender: "El Señor me instruyó y comprendí, me explicó lo que hacían" (Jr
11,18). Hasta para discernir bien las actuaciones de los hombres se requiere el
discernimiento de lo alto: "Dijeron los impíos razonando equivocadamente:
Acechemos al Justo que nos resulta incómodo" (Sb 2,1.12). Y se equivocan al
hablar del Justo con medidas humanas.
No basta la razón humana para
comprender el misterio de Jesús. "¿De dónde le viene a éste la sabiduría si no
tiene estudios?" (Jn 7,15), se preguntaban desde su razón humana los judíos. Con
la luz de lo alto Jesús les puede contestar: "Lo que enseño, viene de Dios, que
me envió (Jn 7,17). Con la razón humana los judíos dicen de Jesús: "Este sabemos
de dónde viene (de Nazaret), mientras que el Mesías ... nadie sabrá de donde
viene" (Jn 7,27). Y no caen en la cuenta de que no saben que Jesús viene de
Dios: "el que me ha enviado es veraz; a ése vosotros no lo conocéis" (Jn
7,28).
"Dejad de juzgar por lo
exterior; juzgad con medidas verdaderas" (Jn 7,24), enseñaba Cristo. Los judíos
valoraban superficialmente a Jesús cuando decían: "¿Es que de Galilea va a venir
el Mesías?" (Jn 7,41), y creyéndose sabios, ignoraban que Jesús venía de Belén
de Judá y de David. Líbranos, Señor, de discernimientos superficiales y
semicultos. Danos discernimiento de lo alto, según tu verdad y tu Espíritu de
vida. Amén".
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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