lunes, 21 de marzo de 2016

MEDITACIÓN P.CEFERINO SANTOS. LUNES SANTO


EL SACERDOTE DE DIOS
 
Nos acercamos a Jesús, que en su Pasión va a ejercer como Sumo y eterno Sacerdote de Dios. Nos acercamos con respeto, como María, la hermana del Lázaro resucitado, que "tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, y le ungió a Jesús los pies" (Jn 12,3), al que ya estaba ungido con el perfume divino del Espíritu Santo como sacerdote y como Rey. "Sobre él he puesto mi Espíritu" (Is 42,1), nos revela el profeta Isaías.
 
María unge a Jesús como víctima santa para el sacrificio de su muerte y para su sepultura con su perfume de nardo: "Lo tenía guardado para mi sepultura" (Jn 12,7), nos dice Cristo. Era costumbre judía comenzar la unción de los cadáveres por los pies; sin que esto excluya el que María también ungiese con la abundantísima libra de perfume la cabeza de Cristo, como a Sacerdote y como Rey. De hecho, el evangelio de San Marcos relata que la mujer derramó el perfume sobre la cabeza de Cristo: "lo derramó sobre su cabeza" (Mc 14,3). Discutir con los exegetas cuál de los dos evangelistas tenía la razón es perder el tiempo. Una libra de perfume sobra para ungir el cuerpo entero de un hombre. Y Cristo tenía que ser ungido antes de su pasión como víctima, pero también como sacerdote y como Rey.
 
Cristo es el Ungido de Dios, que nos unge a todos con el perfume de su Espíritu; es el siervo y el elegido de Dios (Is 42,1), que nos ilumina y santifica, que abre los ojos a los ciegos, saca a los cautivos de sus prisiones y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas (Is 42,6-7) con su poder divino.
 
"Trasmítenos, Señor Jesús, tu poder sacerdotal y sanador ungiéndonos con tus divinas manos, como María te ungió a ti, el bendito de Dios. Úngenos y sánanos con tu poder sanador y con tu "reiki" (tu fuerza misteriosa) y divina. Impón, Señor, tus manos en nuestras llagas y en nuestros "chakras" deteriorados. Nos sometemos a tu curación divina y a tu "reiki" celeste y gratuito y renunciamos al uso del "reiki" japonés remunerado. Tú, Señor Jesús, nos sanas cuando quieres, gratuitamente, con tu sacerdocio santo, con tu muerte vivificadora y con tu amor y tu fuerza divina. Tú solo nos bastas".


Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy”  Ciclo C
 

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