TODO LO HACES NUEVO
Dios se esfuerza para realizar la renovación del
hombre y para sacarnos de las situaciones de muerte y de pecado, que nos
esclavizan, e introducirnos en la vida nueva de los hijos de Dios. El hombre,
abandonado a sus fuerzas, es incapaz de renovarse y volverse agradable a los
ojos de Dios. Sólo cambia nuestra suerte como cambian los torrentes de Negueb
con la lluvia (Sl 125,4), cuando Dios realiza algo nuevo (Is 43,18) y distinto
en nuestras vidas y Él "está grande con nosotros" (Sl 125,2).
La gran novedad que realizó Dios fue su Cristo:
Dios y hombre en una única persona divina, por la que todo se hace nuevo. En
Cristo la mujer adúltera del evangelio recibe un nombre nuevo: redimida y
perdonada: "Tampoco yo te condeno" (Jn 8,11), le dice Cristo.
Cristo a San Pablo le da una vida nueva, en la
que él lo estima todo como basura con tal de ganar a Cristo y vivir con él y
poder así conocerle a Él y al poder de su resurrección (Flp 3,9-10). Y nosotros
sólo en comunión con Jesús podremos alcanzar su vida nueva hasta "llegar un día
a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3,11).
Realiza en nosotros, Señor Jesús, cosas nuevas.
Que brote el agua de tu espíritu en nuestro desierto y nuestra estepa (ls
43,19). Que grabes nuestros nombres en las palmas de tus manos y no en el polvo
del camino, como los nombres de aquellos fariseos acusadores inmisericordes de
la mujer adúltera (Jn 8,6). "Grabaré en el polvo el nombre de los que me
abandonan y se apartaron de Jahveh, la fuente de las aguas" (Jr. 17,13).
Jesús: haznos nuevos con tu novedad de vida
divina en nosotros. No te canses de realizar cosas nuevas en nuestras vidas como
en Pablo de Tarso, como en tus apóstoles. Haznos correr renovados hacia la meta
final (Flp 3,14), a la que Dios desde arriba nos llama.
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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