LA OPCIÓN POR CRISTO
No todos aceptan a Jesús en sus vidas. Algunos le
rechazan a Él, a su doctrina y a sus seguidores, a veces, hasta homicidamente:
"Talemos el árbol en su lozanía arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre
no se pronuncie jamás" (Jr. 11,19). Otros están tan ciegos a la luz que se creen
que rechazando a Jesús están prestando un servicio a Dios y no admiten que van a
excluir de sus vidas a su único Salvador.
Ante un gobernante o un político uno podrá optar
lícitamente por apoyarlo con su voto o por abstenerse. Ante Cristo, en cambio,
todos los hombres necesariamente han de definirse por Él o contra Él: "El que no
está conmigo está contra mí" (Mt 12,30). O lo aceptamos como nuestro Salvador o
prescindimos de Él abandonándonos a nuestra suerte insensata. Con Cristo no vale
abstenerse. Los que lo aceptan como Salvador y Mesías, están a favor de Cristo.
Los que lo rechazan u orillan están contra Él: "Vino a los suyos y los suyos no
lo recibieron; pero a los que lo recibieron les dio la potestad de hacerse hijos
de Dios" (Jn 1,11-12). Para entrar en el camino de salvación y para hacernos
hijos de Dios, tenemos que hacer una opción de fe personal por Cristo. Hemos de
aceptarlo como Señor y como Dios, como redentor, como Salvador, como amigo... Le
damos autoridad para que Él decida en nuestras vidas. Proclamamos con el corazón
y con los labios: ¡Él es el Señor! "Jamás ha hablado nadie así" (Jn 7,46). Y Él
nunca nos va a fallar: "Fiel es Dios" (2 Tm 2,13).
Te pedimos, Señor Jesús, creer siempre en Ti y
serte siempre fieles. Sabemos que si morimos contigo, viviremos contigo; si
perseveramos, reinaremos contigo (2 Tm 2,11-12). En la opción personal por Ti,
oh Jesús no caben términos medios ni tibias componendas. Queremos estar siempre
unidos a Ti y a tus órdenes de guía supremo, de Jefe y de Señor.
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