"YO SOY EN PERSONA"
Dios resucitó a su siervo Jesús y nos lo envía
para que nos traiga la bendición con tal de que nos apartemos de nuestros
pecados (Hch 3,26). La primera y gran bendición que nos trae es su propia
persona divina. Junto con su persona, nos ofrece la paz: "Paz a vosotros" (Lc
24,36), para que sus discípulos se tranquilicen y no sigan pensando que es un
fantasma (Lc 24,37) sin reconocerlo. "Mirad mis manos y mis pies" (Lc 24,39),
les dice. Son los mismos de antes, los de un crucificado que ahora está
vivo.
Cristo resucitado es el mismo en persona (Lc
24,39) que los apóstoles conocieron antes. Es el mismo con su naturaleza humana,
glorificada y retocada, pero "con carne y con huesos", hombre verdadero y no un
espíritu. Es alguien a quien se puede tocar, pero, a la vez, es hombre
glorificado, que se presenta en la estancia con las puertas cerradas como si
fuera un espíritu. Cristo sigue siendo el mismo en sus enseñanzas: "Esto es lo
que os decía mientras estaba con vosotros" (Lc 24,44).
Cristo es el mismo, con su divinidad, con su
señorío universal, con su poder eterno, con su amor divino y fiel, que no
abandona a sus discípulos débiles -pero intensamente queridos-; es el mismo con
su profunda sabiduría, que a sus discípulos "les abre las mentes para comprender
las Escrituras" (Lc 24,45) Y el corazón para infundirles su paz: "Paz a
vosotros" (Lc 24,36).
Cristo resucitado: devuelve tu paz a tus
discípulos, que te han visto y te han reconocido. Ábrenos las mentes para que
entendamos las Escrituras sin desfigurar tu identidad y tu persona. Danos
verdadero discernimiento de espíritus para que no confundamos realidades con
fantasmas, ni "churras con merinas". Danos discernimiento de tus caminos, de tu
cruz y de tu resurrección; discernimiento de tu realidad y de tu acción de
Resucitado sin "reduccionismos" pseudoexegéticos y pseudocientíficos; que ya nos
basta con la teoría de los fariseos de que habían robado tu cadáver, empeñados
en falsificar y desvirtuar tu verdadera resurrección.
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
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