jueves, 24 de marzo de 2016

MEDITACIÓN P.CEFERINO SANTOS.JUEVES SANTO

HA LLEGADO MI HORA
La Iglesia proclama el Jueves como hora de amor, de solidaridad y de tolerancia entre los hombres, porque Cristo se hizo antes amor tolerante y solidario para todos. Los Judíos recalcaban la importancia de la Pascua como la hora del Paso liberador de Dios a favor de su pueblo: "Así celebraréis mi Pascua" (Ex 12,14). Y con ellos nosotros celebramos la Pascua de Cristo como la hora de su paso al Padre, como la hora de la purificación y del servicio, del amor y del sacrificio sacerdotal y eucarístico, como la hora de la liberación. En Caná aún no había llegado la hora de Cristo (Jn 2,4). Ahora, sí; ya ha llegado la hora de Cristo.
1. La Pascua es la hora de pasar al Padre (Jn 13,1). Es la hora de culminar el amor al Padre y Cristo, el Hijo, desea retornar a la gloria que tenía antes del comienzo del mundo. Ahora, va a volver al Padre con un cuerpo, antes sacrificado y luego resucitado y glorioso. Ya la vez que Cristo se goza por su vuelta al Padre siente la angustia por el modo doloroso y cruento por el que ha de pasar.
También nosotros salimos del Padre y al Padre hemos de volver. ¡Acompáñanos!, Jesús, en ese momento difícil y gozoso, en esa hora de volver al Padre, de salir del tiempo para entrar en la eternidad. Es la hora de salir de nuestro Egipto para entrar en la dimensión prometida de lo eterno; hora de salir de nuestro yo para abrimos al Reinado de Dios.
2. La Pascua es hora de purificación. Antes de pasar al Padre el hombre ha de ser purificado: Es Jesús mismo quien quiere lavar nuestros pies, manchados del polvo del camino: "Jesús se puso a lavar los pies a los discípulos" (Jn 13 5). Con el agua se limpian nuestros pies; con el bautismo del Espíritu se limpian nuestras almas; con el contacto de las manos de Cristo se fortalecen nuestras plantas para recorrer los caminos del Señor. ¡Bendita imposición de manos que nos sana y fortalece! Es la hora de pasar de las manchas a la limpieza, de la debilidad a la salud de la pasividad al servicio en el amor.
3. La Pascua es hora del servicio generoso, definitivo, sin límites. Aquí el servicio se hace entrega y la entrega autoinmolación. El Rey eterno se hace siervo; el Sumo Sacerdote, víctima; el enviado del cielo es el que se inclina a servir en la tierra.
El cristiano no puede ser más que su Señor. Ha de servir al Padre y a los hermanos desde la humildad y el abajamiento, desde el querer del Padre y las mociones del Espíritu hasta la propia inmolación. ¡Pascua de abajamiento y de servicio!
4. La Pascua es hora de entrega sacrificial. Se entrega la disponibilidad y el tiempo, el cuerpo y el alma con sus capacidades y potencias en sacrificio por los amigos y por los enemigos; se entrega la misma vida. "Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros" (1 Co 11,24), nos dice Cristo. Y añade: "Haced esto en memoria mía" (1 Co 11,24b). y el sacrificio y la entrega de Cristo se continuarán por nosotros, con la institución de la Eucaristía a lo largo de los siglos. ¡Pascua bendita: sacrificio sacerdotal de Cristo por nosotros, continuado sin cesar hasta el fin!
5. La Pascua es también la hora del Amor mayor, de aquél que da la vida por sus amigos (Jn 15,13), el cuerpo por sus amados, su Sangre por sus redimidos. El amor sacerdotal de Cristo dura en la Eucaristía hasta el fin de los tiempos: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).
6. La Pascua es hora de liberación. Es hora de salir del Egipto de la esclavitud del pecado. Es la hora de echar fuera al príncipe de este mundo (Jn 14,30). La sangre de Cristo, marcada en nuestras almas, nos libera de la muerte. Y nos libera del poder del demonio: "Ahora el príncipe de este mundo ha sido juzgado" (Jn 16,11). Y nosotros somos liberados por Cristo y con Cristo de las esclavitudes multiformes del Maligno.
"Señor Jesús: se acerca la hora de tu triunfo. Pero es un triunfo al que se llega por la humillación y por la entrega, por el amor y por la cruz. ¡Señor victorioso: bendito seas!

P.Ceferino Santos 

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