EL DESTINO DE LOS CREYENTES
Las promesas de los salmos se han cumplido en
Cristo resucitado: "No dejarás a tu fiel conocer la corrupción" del sepulcro
(Hch 2,27; Sl 15,10). "Me has enseñado el camino de la vida; me saciarás de gozo
en tu presencia" (Sl 15,11). Cristo resucitado ha llevado los salmos a su
plenitud de sentido.
Ante la presencia del Señor resucitado los
discípulos y las santas mujeres, que acudieron al sepulcro de Cristo, se llenan
de alegría y de gozo espiritual: "Alegraos" (Mt 28,4), les dice el Señor. En
Cristo resucitado se presiente el maravilloso destino preparado para todos los
creyentes en Jesús.
El ser humano alcanza su meta en Cristo
resucitado, que se transforma "en cuerpo espiritual" (1 Co 15,44). Se ha
convertido en la cumbre de toda la creación humana y angélica. Ahora, su cuerpo
resucitado está exaltado a la derecha de Dios (Hch 2,33) y es el cimiento mismo
del cielo nuevo y de la nueva tierra. El acontecimiento definitivo está ante
nuestros ojos, hecho realidad en Cristo glorificado: Dios y hombre dirigido sólo
a Dios y a los demás, absorbido plenamente en la gloria de Dios.
Su resurrección es el anticipo de la nuestra. En
Cristo resucitado hemos comenzado a ser introducidos en la gloria de Dios para
vivir eternamente en Él. ¡Gracias, Señor, porque tu Resurrección ilumina las
oscuridades de nuestras existencias y la materia transfigurada comienza a
resucitar en Ti!
Meditaciones del P. Ceferino Santos, SJ.
“El Pan de la Palabra... dánosle hoy” Ciclo C
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